lunes, 5 de julio de 2010

Encuentro Académico con…. Los Valores

Hay cosas que son valiosas para nosotros y las defendemos, precisamente por su valor.
Los valores difieren de una persona a otra. Algunos valoran el dinero, otros la amistad, otras más el medio ambiente. Los valores son las columnas del edificio de nuestra personalidad. Soportan la estructura, le dan la resistencia necesaria y permiten que se mantenga en el tiempo.
Como cada persona le da diferente valor a las cosas, asimismo tiene una forma desigual de verlas. Para quien valora el ambiente, la deforestación es un problema grave. Para quien valora el dinero, es una oportunidad de negocios. Para quien valora la vida, el ejercicio es fuente de salud. Por tanto, le damos valor a las cosas según nuestras costumbres o nuestra necesidad. Sin embargo, en estos tiempos de diatriba se percibe fácilmente que el valor más necesario por exiguo es el respeto.
El respeto envuelve un interés verdadero que va más allá de las obligaciones palpables que puedan existir entre personas, instituciones, regiones o países. Es el reconocimiento de los intereses y sentimientos del otro. El respeto es una cuestión de actitud, tal como lo sugiere Kant en su argumentación de que los seres humanos por ser un fin en sí mismos deben ser respetados, pues poseen un valor intrínseco y absoluto, llamado dignidad. Ser respetuoso puede confundirse, con ser educados, amables, que a su vez son manifestaciones suplementarias más no categóricas de respeto. Este va más allá, es una cuestión de actitud, que surge con el reconocimiento del valor del otro, del opuesto. Exigir respeto, se ha convertido en escorzo cotidiano y necesario en estos tiempos. Todos exigimos respeto: los hijos, la gente que vemos en la calle, el vecino, los gobernantes, quienes nos rodean; sin embargo, el respeto se gana o se pierde.
Reseña Julían Marías, que en el pueblo natal de Kant, la gente ajustaba su reloj cuando le veían pasear, porque sabían con precisión cuando pasaba. El respeto constituye una marca que nos diferencia de otros. Es mutuo, auténtico, intrínseco. Se manifiesta en nuestra actuación en la vida. Comienza con nosotros mismos y se proyecta en la relación con los otros, superando cualquier barrera. Si quieres que te respeten hay que aprender primero a respetar, es una conseja ampliamente difundida. No conocemos a priori de las cosas más que lo que nosotros mismos ponemos en ellas. Si actuamos respetuosamente, es de esperar que obtengamos respuestas similares.
En el entorno educativo, el respeto debe manifestarse en cada acción, principalmente porque estamos obligados a interactuar con gente que a pesar de pensar distinto, tiene los mismos problemas que nosotros.
El tiempo, los esfuerzos involucrados, la dinámica del aprendizaje, todo debe encuadrarse en el respeto. No sólo a las personas se les debe respeto, sino a lo que nos rodea, sin condiciones. Sin embargo, la realidad envuelve nuestra condición humana y desborda actuaciones que rozan el irrespeto: la violación de nuestros derechos, la violencia física y psicológica, el deterioro de la salud, la crisis económica, la falta de agua, el estrés, las colas. Es allí donde se ponen a prueban nuestros valores, y vemos si somos capaces de respetar a pesar de las circunstancias. Quizás hoy es el momento de hacernos ciudadanos verdaderamente conscientes de nuestros actos y actuar en consecuencia. Allí puede estar el límite para aquellos que por diversas razones han dejado de exteriorizar uno de los valores más preciados: el respeto.

Dra. Rosa Indriago

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