lunes, 5 de julio de 2010

Encuentro Académico con… El Conflicto en su lado humano.

Los momentos por los cuales atraviesa el país, convulsionado social y políticamente, han sido caracterizados como tiempos de conflicto.
El aporte del profesor Jaime Lopera en su texto “el lado humano del conflicto”, nos permite llevar a espacios más individuales algunos argumentos que sostienen nuestra naturaleza y nos obligan a pensar y actuar de manera diferente.
Las características individuales, los valores, principios y nuestros modelos mentales, se encuentran en el origen de los conflictos. De alguna forma, no se conciben las relaciones entre las personas sin algún grado de conflicto. No siempre los hacemos evidentes, y a menudo, ello genera nuevos conflictos. Adicionalmente tenemos conflictos internos con nosotros mismos.
Para una relación, sea con nuestra pareja, los hermanos o nuestros amigos, el conflicto constituye el momento de la verdad. Es cuando ponemos a prueba nuestra madurez, nuestra capacidad de afrontar y resolver las situaciones que se presenten. Sin embargo, en el conflicto interno no siempre podemos culpar a otro, aunque tal vez pueda surgir lo que alguien hizo o dejó de hacer, de la interpretación que le damos a esa circunstancia o de la forma en que actuamos frente a ella, emergerá el conflicto.
El conflicto que aparece hoy, se comenzó a incubar tal vez hace mucho tiempo a partir de un evento al que quizá no le dimos importancia en su momento. Y finalmente, se convierte en un enfrentamiento, una pelea o un hecho de violencia. Lopera menciona dos fuerzas opuestas: las que impulsan el cambio y las que apoyan para mantener el status. A menudo nosotros mismos cambiamos de rol, según el entorno. En unos casos proponemos e impulsamos los cambios, mientras en otras instancias nos convertimos en los más fervientes defensores de que nada cambie.
No obstante, un conflicto no se mantiene por si mismo, cada uno lo alimenta con sus acciones o sus omisiones. A menudo surge como consecuencia de que las metas que queremos alcanzar impiden a otros alcanzar la suyas, creando el clima adecuado para enfrentamientos abiertos o soterrados.
En alguna ocasión, sentimos que otro tiene un conflicto con nosotros y no hacemos nada por resolverlo o asimilarlo, sino más bien tomamos la actitud de evitar o enfrentar a la persona, sin discutir con ella sus razones o las nuestras.
Tal vez el efecto más pernicioso es que no lo enfrentamos racionalmente, a veces por orgullo, otras por desconfianza, alguna otra por “evitar” problemas. En otras más bien le “echamos leña al fuego” en forma permanente, mediante comentarios o acciones, alimentando con esas actitudes el conflicto.
El camino a la solución de los conflictos pasa a través de la aceptación y la tolerancia. Esto no siempre es fácil ni sencillo. Aclarar en común las expectativas, permite reducir las presiones innecesarias. Prepararnos para escuchar mejor, puede contribuir a una mejor comprensión de los intereses y las necesidades de los demás.
Algunos expertos mencionan que el conflicto puede manejarse mediante la autoridad, el compromiso o la integración. Lo que se conoce como el enfoque resiliente. Plantean que a través de una formación apropiada podemos aprender a recuperarnos rápidamente de cualquier evento.
Quizás en el escenario que nos movemos debemos recordar que la casa más humilde o el castillo más imponente, están construidos con ladrillos. Cada ladrillo es similar a los otros. Solos no hacen nada, pero junto a los otros, forman las paredes que apoyan las columnas, soportan los techos y permiten construir casas y puentes.
En la sociedad, en la universidad, en la comunidad, cada uno de nosotros somos como los ladrillos. Si estamos solos, se nos hace difícil hacer algo útil, pero juntos, amarrados por el cemento de nuestros valores, alineados con nuestros principios, podemos construir lo que queremos: una familia, una comunidad, un país.
Resolver los conflictos de hoy no evitará que mañana tengamos otros, no obstante, ello si nos puede ayudar a tener un poco más de tranquilidad y tal vez a vivir con menos angustias y temores y de esa manera aprovechar mejor nuestras energías en la construcción del futuro que anhelamos. Hoy queda demostrado, la necesidad de superar los conflictos para llegar a la unidad.
Dra. Rosa Indriago

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