lunes, 5 de julio de 2010

Encuentro Académico con... El Ego y otros Ismos

La irreverencia y la confrontación de la variada “unidad” en la búsqueda de los curules parlamentarios, dejan aflorar una temática para un Encuentro con El Ego y otros Ismos, desde la perspectiva freudiana. Los acontecimientos sobre quién sale, quién entra y quién va, en este movido escenario político, tiene visos tan precisos de la manifestación egocéntrica de la personalidad, fuente de análisis durante mucho tiempo y a profundidad por Sigmund Freud.
La personalidad, está dividida en tres estructuras estrechamente conectadas: el ello, el yo y el super yo. Estas aún cuando tienen individualidades no poseen límites determinantes, sino sutiles manifestaciones entremezcladas que caracterizan a los individuos.
El ello, representa las necesidades y deseos corporales. Es la instancia psíquica que simboliza la vida inconsciente e instintiva. Es irracional.
El Yo (ego) es aquella que percibe los estímulos del Ello, permite la satisfacción de algunos (los que considera oportunos), pospone otros y rechaza los que percibe como inadecuados. Se le denota como una parte básicamente defensiva de la personalidad. Se le considera el controlador del individuo.
El Super-yo, realiza los juicios de valor sobre el modo de actuar de una persona, es lo que comúnmente se conoce como conciencia. Algunos especialistas le denominan el super-ego. Su función directa es bloquear la actividad instintiva permanentemente.
En un plano más terrenal, el ego tiene como manifestación externa el protagonismo. Éste busca prevalecer a toda costa y se apoya en ciertos roles abandonando las ideas. El egocentrismo lleva a la transformación de los impulsos reprimidos. Así una persona, somatizando algunos, llega incluso a mostrarse como víctima y busca sustitutos aceptables para no debilitarse, y allí puede adoptar ideas y afectos opuestos a los que realmente tiene. Es una muestra palpable de lo que Freud denominó proyección; es decir, les atribuye a otros lo que rechaza de si mismo y lo que no admite de su propia persona.
Para una persona egocentrista asumir una determinada conducta se justifica, aún cuando en otros escenarios la censure duramente, siempre y cuando sea asumida por otras personas. Quizás lo que más destaca es que para el ególatra toda crítica constituye una agresión, y quien lo hace es un enemigo.
Las reuniones de estos días nos muestran como los egos centellean y materializan conductas que anteponen los intereses propios o particulares por encima de los colectivos, exponiendo uno de los egos más difundidos: el egoísmo, del griego ego (yo) e ismo, doctrina o práctica. Se dice que el egoísta tiene siempre la pretensión de utilizar a los otros para su propio beneficio, manipulándolos como objetos. La persona egoísta se cree el centro del universo y sólo tiene ojos para sí misma.
Los tiempos recientes han mostrado que es más fácil pedirle a otros sacrificios y disposición al diálogo, que ser quien se sacrifica y quien busca el acuerdo. Queda claro que en la medida en que una decisión o un curso de acción afecta intereses personales, se hace más difícil estar dispuesto a ceder terreno frente a otros, que aparentemente estarían ganando espacio.
Sin duda que las relaciones de un grupo están determinadas por acciones y el discurso de los miembros, y muchas personas están dispuestas a entregarse al servicio público cuando eso implique cierta presencia en un nivel de poder, lo cual mueve su ego.
Sólo cuando desaparezca el Ego de los de siempre y surja la conciencia, seguramente le pondrán corazón para valorar la necesidad de estar unidos; quizás allí podremos sentir que podrán ser los mejores representantes para el parlamento.
Lamentablemente, no podemos saber hoy cual será su conducta de resultar elegidos, y sólo podemos confiar en nuestra intuición para avalar a alguno con la esperanza de que no nos defraude. Para nuestro infortunio, otros ya lo han hecho, y hoy les conocemos hasta el modo de caminar o de pactar.
Queda claro que hasta que no dejemos de lado los Egos, no podremos evitar los Ismos (socialismo, mesianismo, etc., etc.)
A mis lectores, cualquier semejanza con la realidad, no es sólo casualidad.

Dra. Rosa Indriago

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