jueves, 27 de junio de 2013

TOGAS Y BIRRETES… EN LA CALLE

Para  próximos egresados presentes y futuro de nuestra Alma Mater ; La Toga y Birrete es principios, valores y ética en todos los espacios de nuestras vida.


TOGAS Y BIRRETES… EN LA CALLE


Las Universidades autónomas, desde hace muchos años, viven una situación de carencias generadas por la falta de un presupuesto suficiente para cubrir las necesidades de crecimiento y desarrollo. Basta ver las instalaciones de la mayoría de las facultades para entender este punto.


Los medios de lucha que los profesores universitarios hemos empleado, han sido siempre el paro, la protesta en la calle o los distintos tipos de huelga. En esta nueva crisis que estamos viviendo, han aparecido otras estrategias, cuyos logros reconoceremos con el pasar del tiempo; la marcha por la dignidad universitaria, con largo camino, muchas horas, días y entrega de gran esfuerzo físico… y a toga y el Birrete en las calles.

Esta indumentaria, que por excelencia ha sido la identidad clásica de la academia, y es usada en los momentos más solemnes, hoy sale a la calle. Su utilización constituye el único medio para que la población nos reconozca como universitarios, y éste es tal vez, el punto más importante: el impacto que puede tener la opinión pública, la presencia de los universitarios en la calle.

Es el momento para que la universidad como actor clave de nuestra sociedad, sea reconocida por sus símbolos más claros. Cuando la gente nos vea en la calle con nuestras Togas y Birretes, le será más fácil asociar nuestras acciones con la educación de sus hijos, que es en esencia, lo que todos queremos. Podrán sin duda, distinguir que somos gente como ellos, que tenemos necesidades, que también comemos y vivimos, que pagamos servicios y que tenemos familia que sufre las mismas privaciones que tiene la población. Que no estamos encerrados en nuestros cubículos o laboratorios leyendo o investigando, sino que como todos los venezolanos, tenemos muchas necesidades económicas apremiantes

La Toga y el Birrete no nos hace diferentes, sólo nos ubica en un peldaño de mayor responsabilidad, la de educar, para aspirar a ser mejores y ayudar a salir de las sombras de la ignorancia.

La Toga y el Birrete nos permiten mostrar que aún la Academia y los Académicos estamos dispuestos a luchar por nuestras reivindicaciones. Utilizar esos símbolos en la calle no debe considerarse como un irrespeto sino una muestra de orgullo por lo que somos, personas que queremos a este país, porque así resguardamos nuestros principios de lealtad a la institución universitaria y a lo que representa dentro de la sociedad.

Sin Toga ni Birrete seremos sólo otra protesta más, que se sumará a las muchas que a menudo vemos en la calle y a las cuales los gobernantes de turno no le dan importancia.

Cuando los educadores decidimos salir a la calle con la Toga y el Birrete, no fue para mancillarlos, sino para mostrar su esencia y enaltecerlos bajo el principio de que en ellos subyacen personas con parvedades comunes que buscan en cada lucha y en cada acción emprendida, volcar la mirada de aquellos que están ultrajando nuestros derechos, nuestras instituciones y nuestro país.

Estar en la calle con la Toga y el Birrete nos enaltece, haciendo que cada actividad emprendida por los Universitarios, se apoye en lo mejor de cada uno, lo que marca nuestro orgullo. Asimismo la Toga y el Birrete, no se quedan sólo como símbolos de los actos, de fotos solemnes o para el ego, sino que se convierten en nuestra carta de presentación ante la gente común. La Toga y el Birrete, constituyen la alegoría a la ética, la moral y los principios de todos aquellos que por derecho debemos llevar estos símbolos en nuestras actuaciones profesionales y de vida. Otros, bajo un falso pretexto, sí agravian estos símbolos con su accionar profesional, en particular aquellos que en nombre de la academia se apoyan en su investidura para solapar sus fines perversos y personalistas, historia conocida estos casos y los otros que habremos de conocer.

Con orgullo llevo y llevaré, al igual que todos mis colegas de Venezuela, mi Toga y Birrete a la calle en defensa de los valores universitarios, la autonomía y el futuro social, aunque con ello, despertemos los más ignominiosos sentimientos de quienes pretenden arrodillar a nuestra universidad tanto interna como externamente.

Hoy en esta lucha, con la Toga y el Birrete en la calle, el pueblo conoce quiénes somos y qué hacemos, permitiendo que nuestra lucha se convierta en un sentimiento que transciende las paredes de los recintos universitarios y se propague como un verdadero sentimiento nacional. Así todos conocerán que la Toga y el Birrete, es dignidad Universitaria, valores y lucha.

Vale aquí apropiarse de las palabras de Maurice Druon, quien señaló que “somos un pueblo de únicos” y complementar que también somos un pueblo de iguales, sin que por ello aceptemos que algunos sean más iguales que otros como lo pretende hacer ver el lado gubernamental.

Somos y seremos la Universidad, el sueño de todos, el orgullo de un país…. Nuestra Alma Mater…

Prof(a) Rosa Indriago
Universidad de Carabobo- FaCE
@eacademico
rosaindriago@gmail.com

miércoles, 19 de junio de 2013

EL ENEMIGO INTERNO

Siempre hay tiempo para reflexionar




Un reciente artículo en La Jornada de México, comenta sobre el miedo al enemigo interno y, define a éste último, como “el miedo al enemigo emboscado que se ha infiltrado en la comunidad, que se ha ganado su confianza, que ha simulado formar parte de ella, pero que en realidad se propone destruirla.”

Esto me lleva a recordar casos en Venezuela: Juan Vicente Gómez con su compadre Cipriano Castro, Eduardo Fernández y Rafael Caldera, Betancourt y Prieto Figueroa y recientemente Heliodoro Quintero y Juan Carlos Caldera. Una larga historia de traiciones veladas. Este enemigo interno, puede tomar muchas formas o adoptar muchos disfraces.

Entre los Universitarios, esta manifestación de la cultura de la traición o del cambio acomodaticio de posiciones, también tiene sus espacios. Quizás si ajustamos el lenguaje, podemos decir que existen desviaciones ideológicas que se presentan cuando ciertos interlocutores tienen una cuota de poder.

Así viene a mi memoria un personaje Cómico que recibía en su oficina a otras personas con un cuadro del presidente de turno y lo volteaba si el visitante era de otra tolda política. El viejo tema del YIN y el YAN. Lo negro y lo blanco, Lo positivo y lo negativo.

En las luchas de hoy también vemos a personas que hace unos años o unos meses defendían la idea de la autonomía universitaria y de la lucha en la calle; y ahora por alguna desconocida razón, la atacan o la critican, pretendiendo desviar el verdadero propósito de defensa de la autonomía y de la Universidad.

Quienes antes exclamaban que el presupuesto era insuficiente; sin embargo, ahora expresan que no debemos luchar, aunque cada vez nuestros sueldos estén más estropeados por la ineficacia gubernamental.

Quienes defendieron el paro ahora no lo apoyan, acaso consideran qué desaparecieron “…las muchas razones que justifican la manifestación de los estudiantes, profesores y sociedad civil”, según dijeron en otro momento.

Evidentemente que todas las posiciones cambiantes nos pueden hablar de veleidades ideológicas o de cambios producto de profundas reflexiones filosóficas. En todo caso, la historia nos dirá qué ocurrió y por qué.

Sin querer discutir sobre esas posturas, considero conveniente recordar que la pluralidad de la universidad debería permitirnos contrastar opiniones y principalmente, discutir las ideas abiertamente. Poder abogar por las razones y convencer con las ideas y no con la fuerza.

Ahora bien, si tenemos frente a nosotros una lucha de siempre, deberíamos preguntar: ¿qué otras estrategias podemos emplear para buscar vencer al enemigo externo? Esta debería ser, en mi opinión, la verdadera discusión. En qué estamos de acuerdo y en qué no, por tanto necesitamos discutir los términos.

Invertir tiempo luchando entre nosotros por tener o no la razón es perdido, sólo nos resta energía, nos separa y sobre todo, nos debilita frente al verdadero enemigo de la Universidad.


Rosa Indriago