lunes, 5 de julio de 2010

El Currículo desde la perspectiva sistémica ¿Una Solución?

Para cualquier organización que procure innovar o aprender, siempre encontrará que le harán resistencia. . No obstante, si éstos pueden anticiparse y se podrán desarrollar capacidades para superarlos, y convertirlos en oportunidades de crecimiento. Es allí donde tiene validez el enfoque sistémico para abordar las situaciones, en particular aquellas asociadas con el entorno universitario.
Indudablemente no se trata sólo de cambiar el currículo con una u otra orientación teórica, o de darle más presupuesto a las universidad o de un mejor control de los gastos o una racionalización de los espacios. Las organizaciones de todo tipo, publicas o privadas, de lucro o de servicio, son hoy diferentes de los que eran hace 20 o 50 años y aquellas que no se han transformado o adaptado a los nuevos tiempos ya están fuera de juego o a punto de salir de él; a pesar de ello, nuestras instituciones educativas, más allá de incorporar el uso de redes y computadoras, de las presentaciones audiovisuales y algunas otras tecnologías y de no usar la palmeta, son hoy más o menos iguales que en 1940, con un agravante: la escasez de recursos materiales, en particular a nivel de la educación pública, que limita sensiblemente el logro de los fines del proceso educativo casi a todo nivel. Cuántas de nuestras instituciones cuentan con una biblioteca o un laboratorio bien dotados? ¿Cuántas canchas de Basquetbol tienen mallas en las cestas? ¿Cuántos comedores escolares tenemos?
Estas y otras interrogantes se han planteado a lo largo de los últimos años en simposios, congresos, seminarios, foros y todo tipo de reunión, libros revistas, periódicos. Tenemos decenas o centenas de análisis de diferente nivel de profundidad y largas listas de recomendaciones, sugerencias y propuestas, aún así, seguimos sin convertir muchas de esas ideas en acción y este parece ser el elemento clave del proceso.
Es allí donde puede aplicarse el enfoque sistémico, ya que para llevar las ideas a la acción se requiere la identificación de los procesos que refuerzan el crecimiento y aquellos que lo limitan. Para impulsar los primeros y controlar o reducir los segundos. Por tanto, para intentar resolver un problema o apuntar en ese sentido, se requiere desarrollar un esquema diferente de pensamiento, otro nivel de comprensión, en tres aspectos: La transformación de los actores, el impulso del liderazgo y la acción individual.
En nuestro caso, los actores somos los docentes, los estudiantes, padres, instituciones y la sociedad. Definir opciones pequeñas que estén a nuestro alcance y que permitan probar nuevas iniciativas, y ajustarlas antes de su difusión a toda la universidad, preguntándonos ¿qué queremos lograr con esta iniciativa?
En segundo término, está el liderazgo en todo nivel, que debe impulsar las iniciativas de cambio, con su apoyo, su ejemplo y su compromiso. Con la apertura hacia las nuevas ideas y la disposición a probarlas. Buscando desarrollar oportunidades y condiciones que favorezcan el aprendizaje de la organización como conjunto.
En tercer lugar, lo más importante, está la acción individual. Todo aquello que cada uno de nosotros tiene a su alcance. La pregunta clave sería ¿cómo puedo influir en los temas que son determinantes? Los resultados a nivel individual pueden impulsar la creación y mantenimiento de la conexión entre los individuos que impulsarán el desarrollo de la organización y los equipos que la forman. El cambio requiere esfuerzos sostenidos y sistemáticos. Buscar opciones nuevas frente a las limitaciones actuales y los problemas crónicos. Preguntarnos ¿porqué algunas iniciativas fallaron antes? Recuperar el espíritu de trabajo y apoyarnos en las fuerzas propias para impulsar iniciativas que apuntalen el cambio necesario. Apoyar a los otros con sus iniciativas. Es bueno recordar que la clave del mejoramiento significativo está en aprovechar el compromiso, el entusiasmo y la energía de los miembros de una organización.
Si el objetivo de la universidad se orienta a formar ciudadanos para contribuir al desarrollo del país, vale la pena preguntarse: ¿Cuál es la línea de desarrollo a la que queremos contribuir? ¿Le estamos suministrando el conocimiento necesario? ¿Estamos fomentando las habilidades que requerirán? ¿Qué valores y actitudes se están fortaleciendo con nuestra actuación?
En ese camino debe conectarse la discusión sobre el Currículo con ese desarrollo. Cualquiera sea el enfoque teórico o la interpretación racional, lo relevante es que la acción contribuya al logro esperado. Retomemos las ideas planteadas a lo largo del tiempo, decantemos de ellas aquellas que puedan ofrecernos mayores oportunidades al menor costo en tiempo y recursos, desarrollemos experiencias directas de aplicación, que sean revisadas luego para identificar los aprendizajes y las oportunidades de mejora y enfrentemos juntos los nuevos retos que se plantean en nuestra Universidad y nuestro país. Y sobre todo, apoyémonos en los profesionales, que dentro de nuestra universidad, siempre han mantenido un interés firme y real de ajustar la formación de nuevos profesionales a nuestra realidad social. Para ello, sin duda, es necesario darle una mirada a la gente, cuáles son los profesionales con los cuales contamos dentro de la Universidad, su nivel de desempeño y en particular sus competencias profesionales, lo cual puede llevarnos, en el entorno universitario, a lo expresado en la línea estratégica de la actual gestión rectoral “la transición de una universidad tradicional hacia una universidad de vanguardia”. Porque somos efectivamente, responsables de educar y formar a los hombres y mujeres del mañana.

Dra. Rosa Indriago

No hay comentarios:

Publicar un comentario